lunes, 26 de julio de 2010

Clorpóleos


Una tierra en donde todo puede pasar, donde las criaturas más fantasticas cobran vida y la tranquilidad es la palabra que no se usa hace mucho. Los guerreros menos esperados se uniran para proteger estas mágicas tierras, pero en la guerra y en el amor, todo puede pasar.




Cuenta la leyenda de las sabidurías antiguas, que cuando Mitra le dio vida a Clorpóleos, hizo primero a un ser tan perfecto, tan hermoso y tan amado, que no hubo otro de su especie y fue llamado Kyussaii.
Kyussaii vio nacer a cada especie de Clorpóleos, hay quienes dicen que el miso Mitra le permitía opinar acerca de cómo debían ser las criaturas, pero otros persisten en que se le dio la libertad, el poder y la autoridad para crearlos.
Cuando Clorpóleos fue terminada y cada criatura perfeccionada con sumo cuidado, Mitra les permitió vivir por sí solos y volvió a la bóveda celeste para así darles la oportunidad de desarrollarse en todos los aspectos y en plena libertad; no obstante, le dio a Kiussaii el trono de Clorpóleos, esto junto con obsequios, que más que físicos, eran eternos y perfectos: las alas de las águilas blancas de las colinas de Apofil, tan hermosas y radiantes como fueron desde su creación. La belleza de los territorios de Humiclor, ahora territorio de las hadas, junto con el resplandor del mar de Acid. La valentía que se había heredado en partes iguales para todos y cada uno de los habitantes de Clorpóleos, fue creada de nuevo y dada a Kiussaii. Así igual, se le dio la sabiduría, nobleza, compasión, alegría, destreza y sobre todo fue dotado de amor, mucho amor hacia Clorpóleos y a toda su creación. El obsequio que ante todo llamó la atención de las criaturas, fue la eternidad; hay quienes cuentan que Mitra sopló vida eterna en el joven, pero otros narran que el mismo Mitra se tomo la molestia de quitar un cabello de su propia cabeza y depositarlo entre los cabellos del joven. Sea cual fuese la verdad, todos concuerdan en que el joven nunca envejeció, que vivió miles de años y lloró la muerte de cada ser que durmió en las tierras de Clorpóleos.
No se sabe cuantos cientos de años pasaron, antes de que las criaturas se revelaran. El orgullo y ambición (sentimientos que no se les fueron dados, más bien ellos mismos inventaron), se apoderó de sus corazones y sus mentes, contagiando así a gran parte de los habitantes, ninguna especie pudo mantenerse pura y muchos se volvieron contra Kiussaii.
Muchas veces intentaron invadir el palacio central de Clorpóleos (cabe mencionar que nadie sabe donde fue su ubicación exacta), y se enfrentaron con armas recién creadas a los fieles de Kiussaii. Pero el hermoso joven no solo era eterno, también estaba dotado de cada poder y don de las criaturas del lugar y existe el mito, de que cuando él peleaba, la mano de Mitra lo ayudaba, por lo tanto, nunca perdió una batalla, incluso no hubo nadie que le tocara.
Se dice que después de muchos ataques por parte del pueblo que se le dejo a cargo, Kiussaii había entristecido, el resplandor se había apagado y todo por el dolor de ver a lo que más amaba en su contra.
Un día, Kiussaii habló a través del viento a todas las criaturas de la tierra de Clorpóleos; por amor a ello, les concedería regirse por sí mismos, cada especie decidiría la forma de gobernarse, ya fuera un rey, un monarca o lo que mejor creyeran, él por otro lado, solo gobernaría en el palacio central junto a quienes lo quisieran seguir.
Hubo quienes al enterarse, tomaron a sus familias y sus pertenencias y salieron rumbo al palacio, pero tristemente, también hubo quienes salieron del palacio en busca de otro gobernante.
En aquellos tiempos, la lucha territorial por ser gobernante se volvió exhaustiva, todos querían el poder y todos tenían sus razones para querer hacerlo, en el transcurso de esta lucha, muchos ya cansados, más en su espíritu que en su cuerpo, volvieron al palacio, pero al termino de la lucha, nadie más se acercó. Por eso, el territorio del palacio central fue llamado Humiletacro, nombre que hacía referencia a una tierra eterna que se ha olvidado.
Se dice que Kiussaii amaba toda la creación y que había aprendido a permitir que fuera de sus dominios, no se tomaran en cuenta sus mandatos si no lo querían así, esto no quería decir que el joven no se entristeciera con las guerras de expansión que últimamente se creaban; algo que tampoco ayudaba mucho, era ver como sus fieles morían, pues a pesar de que vivieran cientos de años, él tarde o temprano, los encomendaría a los cuidados de Mitra; por lo mismo un día, haciendo uso de cada poder y don que se le había otorgado, le dio a todo su pueblo la eternidad junto a él; nadie moría, nadie envejecía, las plantas daban frutos en todas las estaciones del año y el verde color de los pastizales fue para siempre.
La noticia de la eternidad de los habitantes de Humiletacro se esparció hasta el más recóndito lugar de Clorpóleos. En un inicio nadie le tomó importancia, pero hubo unas criaturas en las cuales la envidia y el mal reinaban en sus corazones, que anhelaron más que cualquier otra cosa esa eternidad, esas criaturas fueron los hechiceros, los magos, las brujas y sus fieles sirvientes los orcos. Estos infieles envenenaron a cada gobernante en Clorpóleos, a los elfos, a los faunos, a las hadas, a los enanos, inclusive a los humanos envenenaron, y fue así como los ataques a Humiletacro volvieron.
Kiussaii que tenía la paciencia más grande de toda la creación, ya estaba cansado, todos los seres de Clorpóleos se habían corrompido y habían olvidado a su creador y sus buenos deseos hacia ellos, y sus fieles eternos, pero no tan fuertes como él, estaban sufriendo los ataques.
Dice la leyenda, que peor estruendo nunca hubo ni habrá en todo Clorpóleos, como el que se manifestó el día en que Kiussaii, creación única y perfecta de Mitra, invadido por el celo, se ausento de la vista de todos.
Maldijo a los seres que envenenaron con envidia a los demás y los condeno a vivir en las tierras oscuras de Noxdoms, y prometió que nunca nadie lo vería mientras su corazones no fueran puros y sus espíritus humildes. Los miró con lágrimas en los ojos y con gran dolor en su corazón, compadeciéndose de ellos, dijo:
“Siempre los amaré y en vigilia estaré, y cuando realmente me necesiten, enviare a la más pura y gentil hada de luz, que con su voz y fe, hallará la forma de vencer. Pero esto solo sucederá si no me olvidan, y mis palabras guardan en sus corazones, pues así como la mano de Mitra me ha ayudado, le rogare por que los ayude en los tiempos difíciles. Durante años rechazaron mis palabras, sabiduría de la propia boca de Mitra, su propio creador, pues ahora recuerden con celo lo que he hablado, que jamás tan elegible será.”
Todos los que estaban en ese momento, vieron como el magnifico palacio, junto con todos los seres que habían recibido la eternidad, desaparecieron sin dejar rastro.
Las criaturas se esparcieron en total silencio a sus territorios, pero los hechiceros, magos, brujas y orccos, sin sabe porqué o en qué momento, se situaron en las tierras oscuras de Noxdomus, donde viven hasta el día de hoy, mientras que las otras especies apenadas, intentaron cambiar y contaron esta historia generación tras generación, con la finalidad de que cuando las tierra de Clorpóleos entrara en caos, la ayuda de Kiussaii fuera manifestada.